lunes, 7 de junio de 2010

Por qué admiro al militar.


La Razón.
  De entrada, no los entiendo
  Me he esforzado mucho en entenderlos.
He buscado y rebuscado para ver el por qué alguien decide meterse a la milicia. Y no lo entiendo.
No comprendo que en la sociedad actual una persona opte por una profesión como esta, en el que el principal requisito es obedecer a una pirámide de jefes, hasta que con suerte, llegue a general y aún así, o peor, tendrá que estar a las órdenes del político de turno. No me cabe en la cabeza que alguien opte por uniformarse de soldado por un raquítico sueldo y que cuando se retira voluntariamente o lo retiran por ley, su sueldo pasa a ser tan paupérrimo que se ve en la necesidad de aceptar desempeñar sus servicios profesionales militares como policía. Cuando enfundándose desde un principio en el uniforme de policía municipal cobraría mucho más.
Es incomprensible que un joven de provecho con una vida por delante en el siglo XXI, asuma valores como el sacrificio, la entrega incondicional, la obediencia, el honor, la lealtad, el silencio, la disponibilidad, el patriotismo, la constancia, la disciplina, etc. cuando el resto de la sociedad rema en la dirección totalmente opuesta, a tal grado que su política es “El que no Tranza, no avanza” (Carencia total de valores morales).
 Hay que tener una moral muy alta y definida, para cargar sobre sus hombros la tremenda responsabilidad de proteger a una sociedad que mientras duerme, se embriaga,  se droga, se divierte, trabaja, roba, asesina, etc.; ignora menosprecia y tacha al que vigila por su seguridad, al que  deja la vida en búsqueda de la salvaguarda de la tranquilidad de la sociedad civil.
No entiendo de dónde obtienen tanta humildad para alistarse en una forma de vida en la que la ambición es la última de las prioridades y en la que lo pueden mandar al fin del mundo a cumplir una misión que nadie entiende, en la que abandonan a su familia por meses, le cambian su destino por razones del servicio y no puede negarse, ni chistar ni ampararse.
Tampoco entiendo esa sociedad, que desprecia al militar porque no lo comprende ni entiende. A esa sociedad en la que algunos aún lo consideran como a un gorila con botas y armado, a esa sociedad que es incapaz de decir «gracias» al colectivo que vela por su vida, su bienestar y sus bienes materiales, a esa misma sociedad que protesta porque el presupuesto de Defensa no vaya destinado a esa vaguedad de fines sociales que se queda en escalones burocráticos.
Tampoco entiendo a los de derechos humanos que desde su escritorio tomando el café, condenan la actuación del militar tan sólo con una simple queja sin suficientes fundamentos, sin presenciar los hechos reales, les basta una media verdad, para acusar al militar, tal parece que están de acuerdo y de parte de los delincuentes.
Pero menos entiendo a los políticos que creen que los militares son un grupo de uniformados que se dedican a repartir caramelos y ramos de flores por el mundo, a hacerla de bomberos ocasionales, de rescatistas, de trabajadores sociales, de policías de crucero, de guarda espaldas, de voluntarios de protección civil.
  En fin, como dijo Calderón de la Barca:


«Aquí, el fin, la cortesía, el buen trato, la verdad, la firmeza, la lealtad, el honor, la bizarría, el crédito, la opinión, la constancia, la paciencia, la humildad y la obediencia; fama, honor y vida, son caudal de pobres soldados; que en buena o mala fortuna la milicia no es más que una religión de hombres honrados».
    
POR ESO Y MUCHO MÁS, YO ADMIRO AL MILITAR...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Se me ponen los pelos de punta...de un militar!
Impresionante...!Menos mal que hay gente que nos entiende y nos respeta!

Anónimo dijo...

Idem con el anterior comentario

Anónimo dijo...

ESO ES TODO Y ASI MERO ES Y DEBE SER

Publicar un comentario

Twitter

Eres el Visitante numero: